Yo, desubicado en esta vida.

Dejas escapar un suspiro al irme,
cuentas las horas para saber tus minutos.
Ya conoces mi casa como un error.
La cuerda dejó de ser un juego,
sabes controlar mejor la intimidación.

Tus zapatos recuerdan el sadismo,
pulsas siempre el mismo botón.
Vuelcas tus ojos para untar dolor,
muerdes bien cuando hay sangre caliente.
Con sólo escucharte se sabe la derrota.

Miras atrás odiando el tiempo perdido.
Hacia adelante ves la puerta abierta,
pero ya no importa lo que hagas,
tu condición de hierro no te deja respirar.
Comprendes que la muerte no te acoge.

El maldito sol brilla como siempre,
allá en su sitio esperando a que te muevas.
No hay colores en tu ilusión,
ni el rojo parece darte placer,
los vasos esperan a que los encuentres.

Tocarás con los dedos el cielo una vez,
la mecha que buscas ya se ha encendido.
Lo que quieres ya no se vende,
esta vez he venido a desafiarte.
Ahora corro a mi suerte, no te pongas enmedio.