Yo, desubicado en esta vida.

Hacía su entrada triunfal en la sala de conferencias, nos habían trasladado a esta sala a modo eventual mientras acababan las obras de modernización que harían de nuestra oficina un lugar acorde con el siglo XXI. Ella vestía de chaqueta y lucía unos zapatos con un tacón algo excesivo para las circunstancias, a todo el mundo le sugirió algo erótico e incluso perverso aquel sonido de sus pasos. Nadie le brindó más de un par de segundos de atención, quisieron seguir en lo suyo. A mí, me cautivó su olor a colonia oriental, la torpeza al colocar el portátil, su suspiro de fastidio mezclado con cansancio y esas manos que ocultaban un pasado entre paredes de terciopelo rojo. Fué precisamente en ese instante cuando dejé volar mi imaginación y me hallé en un burdel de carretera a altas horas de la noche y debatiéndome entre una rubia entrada en años, pero que todavía prometía guerra, o una morenita de origen caucásico, más joven pero no tan agraciada en el busto. Andaba yo en esas cuestiones cuando, por una escalera poco iluminada situada al fondo del local, despedía una morena de ojos de gata a un cliente conforme con un beso en la mejilla. Ya no tuve dudas, ella se había convertido en mi musa por esa noche. Salté de mi taburete y me acerqué lentamente, causa del cansancio y parte por el alcohol, hasta la zona de la barra donde estaba apoyada. Hablaba con el barman en voz baja, como el que cuenta un secreto, yo seguía acercándome intentando escuchar su voz. La oía muy lejos, ella murmuraba. Yo ya estaba muy cerca, podía sentir en el ambiente el aire caliente que salía de su boca.. pero seguía sin entender lo que decía. De repente la oí, decía: "Xavi! ¿No funciona internet?". Parapadeé y su escasez de ropa volvió a ser un traje de chaqueta.