Yo, desubicado en esta vida.

Fué salir de trabajar el viernes, ir a la estación de autobuses y subirme en el coche de un colega para dirigirnos al meet point. Allí nos congregamos 8 parroquianos. Subimos a los cochecitos y hacia el aeropuerto. ¿Caravana? ¡Pues claro! Nos dió tiempo hasta de mear por la autopista en uno de esos parones generales y tu bufeta está a punto de reventar porque hace siglos que no pasáis por ninguna estación de servicio... y bueno, porque habíamos empezado a merendar; y ya se sabe con buen alimento, buena bebida. El problema fue, que de bebida había o agua o ron. ¡Acertaste! Empezamos con el ron a palo seco; el primer trago, malo, el segundo, peor, el tercero, casi me dan arcadas y a partir de ahí, los siguientes, sabían a gloria. Cómo no! Al llegar al aeropuerto ya íbamos contentos.



El viaje empezaba muy bien. Pasamos los controles policiales y al rubito le dicen: Open! Open! Bueno, ya tenemos excusa para otro trago. Subimos al avión... y bueno, aquí tengo algunas lagunas, pero el conceptos es que montamos un avión humorístico-musical, cosa que los pasajeros agradecieron muy amablemente y que con los que coincidimos a la vuelta nos recordaron cortesmente :-) Luego el autobús hasta el hostal, también otro festival. En fin, nos echamos un último vasito (ahora ya teníamos vasos, antes incluso a morro), comentamos el plan para el día siguiente y a dormir.



El sábado nos levantamos algo tarde, pero aceptable y fuímos por ahí a dar vueltas y a ver cosas. El tiempo, inmejorable, un sol en toda regla. Aprovechamos para pasear por los mercados callejeros, comer fruta, beber agua exquisita de fresa para después podernos enjuagar con una cervecita. En fin, que hicimos muchas cosillas, entre ese día y el domingo, y nos reímos bastante. Bebimos Murphys negra en el bar La batalla de Trafalgar, donde nos atendió un colombiano, Cenamos en Deep Pan Pizza servidos por una tal Consuelo acompañados de cerveza jamaicana, de noche tomé cerveza negra de Japón y acabamos tomando la última Guiness junto con 'Fish & chips' en un bareto cerca del Hyde Park acomodados por una camarera de habla hispana.

Resumiendo, que el viaje estuvo muy bien, y que recomiendo a todo el mundo ir a echarse unas cervezas. Eso sí, tened en cuenta que es caro de narices! El Picadilly Circus está lleno de niñitas que van con tirantes en un época del año que de noche hace un frío de tres pares (no quiero imaginar cómo irán en agosto) y la gente ya va borracha a las 11. Ah! y el tube es pequeño y te asas de calor.

Se me quedan muchas historias que contar, cómo la del marinero borracho (que yo olí lo que llevaba la taza que se tomaba) que nos hizo de guía en el catamarán que nos llevó hasta la Tower Bridge (originales eh? Torre Puente), o la de las ardillas que vienen a comer a tu mano, o el funcionamiento de la psique humana esperando a ver como un perro recoge una pelota de tenis de un lago (¿quién coño ha dicho esta parida?).. bueno, que estas os la cuento un día de estos con una birrita en la mano, que sino se me queda seca la garganta y no me sale la voz.