Yo, desubicado en esta vida.

Parece que sale el sol

He pensado mucho, bueno, faltaría a la verdad si no dijera que simplemente he pensado, sin más. Apenas cuatro días para entrar en la época de las flores, de sangre en las narices y de ver cómo las patatas van creciendo con fuerza. No sé si comenté que había adquirido una motocicleta, que quiero quemar gasolina suficiente como para conocer buena parte de la península (die Halbinsel, como dirían en alemán) y que me corto los pelos cuando me place. Bueno, esta introducción se la debo a los cuatro días de vacaciones que disfrutaré debido a que todavía celebramos las fiestas en homenaje a Cristo. Seguramente saldré de ruta por el norte, a beber sidra, comer pinchos y ver como estallan las olas contra las rocas del cantábrico.

En fin, a lo que venía, lo de pensar. He aquí una nueva decisión, que durará lo que tenga que durar, sobre el cómo y el qué de actuar ante la vida:
1. El cómo. A tu manera, pensando no más de dos minutos, o al menos, no más de lo que tu creas que son dos minutos.
2. El qué. Sería, el qué de porqué razón. Pues ya sabes, lo de siempre, lo de cada uno.

Siempre se encuentran vidas, que a uno le gustaría vivir. Pero no nos engañemos, es cierto que atraen, pero sabemos que no es lo que queremos. En el fondo, la mierda y la rutina de todos los días es lo que nos pone, con lo que nos la meneamos cada mañana. No siempre es fácil cambiar una de cuarenta por dos de veinte. Mientras, puedes seguir tirando los dados o cambiar de juego. Al final es tú decisión, aunque pienses que eres una locomotora a la que la vida le va poniendo vagones y cuya única vía es la que construye esta sociedad.

Normalmente mirar a otro lado sólo consuela por momentos, días, meses... pero al final repite, como el ajo.