Ayer fue uno de esos días de 'una birra y para casa'. Empecé de manera extraña, pues lo primero que me metí en el cuerpo fué un café con leche. Sí, el lunes había estado en cama todo el día porque mi cuerpo había decidido que era hora de tomar un descanso. Así que creí que lo más indicado era darle algo calentito. A los pocos minutos de tener el café delante de mis narices pensé que tal vez hubiera sido mejor escoger un carajillo, pero ya era demasiado tarde para cualquier cambio no engorroso. Bueno, tampoco estaba mal empezar sin alcohol, porque yo puedo. El compañero de faenas engullía delante mío una enorme hamburguesa con bacon, un huevo frito y no sé que más adoradores del colesterol bajo el mismo pan; una delicia vamos. Le ayudaba a aclararse la garganta un copón de cerveza. Yo con mi café con leche en las últimas. Le doy al tarro, decido que lo próximo que me tomaré será un pacharán. La elección es perfecta, pues está natural (o del tiempo, como prefieras) y cada sorbo que le doy me calienta hasta las orejas. Esperamos a otro compañero de faenas que no aparece, un pequeño malentendido y llegará más tarde. Cambiamos de local. Empezamos una partidita de billar, nos siguen un par de Voll-Damm's. Finalmente llega el tercer hombre, acabamos hasta la tercera partida de billar, que como es de suponer, gano al igual que las dos anteriores. Decidimos un último cambio para despedir la tarde-noche, pues justo acaba de dar la media noche. Entramos en el último garito dónde hay un futbolín (razón por la que hemos llegado a este antro), negociamos un compañero de los asistentes del local y como estaba escrito mi compañero y yo perdemos de manera lamentable. Nos salimos para dar paso a un par de niñatos; mientras seguimos con el ritual de la Voll. Las mesas del antro no están mal, te entretienes, pues estan forradas con entradas de conciertos... la mejor, la de Bernardo. Nos toca la hora de jugar, esta vez, contra los niñatos... en fin, nos dan una paliza, como era de esperar. Nos vamos. Una voz cae del cielo con una proposición indecente; discutimos y consensuamos ir hasta dónde nos dicte la luna. Cogemos el coche para comernos el asfalto en dirección a una Barcelona profunda, desconocida y deshabitada a estas horas de la madrugada. Finalmente encontramos la portería y entramos en el Tiffany's. Gran descubrimiento, pero en fin, hasta aquí puedo leer. Así se cumple otra noche más de 'una birra y para casa'. Y de aquí a la próxima.
una birra y para casa
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4 Comments:
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lo explicas?
Abrazo
Edu
PD: Para ti las Voll, para mi las Guinnes.
Ya sabes, una capa de misterio hace las cosas mas interesantes ...
Lo es, pero no lo explico. Un día te lo enseño.
Terminus:
¡Yo te llevo compañero!
Molokotón:
Sí, sí... creo que le dejaré esta manita de misterio. Al menos, por ahora.