Yo, desubicado en esta vida.

Se resistían a naufragar. La balsa que habían construído después de todo no era tan robusta como pensaron cuando la botaron. Era una embarcación digna de un dibujo de niño de parvulario. Tampoco recibieron jamás clase alguna sobre la construcción de naves. Dos constructores, más tarde tripulantes cuyas nociones, tanto de navegación como de construcción, no pasaban de lo que extrajeron en el pasado de 'Las Aventuras de Robinson Crusoe'. A gatas y agarrados fuertemente a los troncos que hacían de cubierta se debatían internamente si habían hecho lo suficiente como para dejar este mundo. Como siempre, la respuesta fué no.