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Se dicen entre sí que se quieren, se lo repiten muchas veces para no olvidarse. Cuando él se levanta temprano, lo hace con el mayor sigilo posible para no despertarla; ella, sin embargo, desearía que la levantara cada mañana con un beso. La deja allí tirada en la cama, si es el caso, la arropa, sale del cuarto y se marcha del piso. Al tiempo que a ella le suena el despertador, él ya está pensando en el almuerzo. Ella se ducha, se arregla y en alguno de los momentos en que se está mirando al espejo se pierde en su propia mirada para encontrarse con los recuerdos bonitos que tiene de él. Para cuando ella aparca el ciclomotor a la puerta de la facultad, él está pensando si ella se habrá despertado. Entre mortero y hormigón se le diluyen sus románticos pensamientos, al calor de la ya entrada mañana se le suma la humedad de esta maldita ciudad; sin camiseta baja a comprar cigarrillos. El bar está regentado por una mujerona viuda, a la que le acompaña la camarera, una chiquilla muy alegre, según dicen. Veinte minutos más tarde sale del bar con los cigarrillos, por los cuales no ha desembolsado ni un céntimo, la viuda sonríe, la chiquilla, simplemente, no reacciona. Después de comer, del carajillo de coñac y la copa, empieza con los interiores, alicatando hoy, haciendo venecianas mañana. Después de las clases ella ha vuelto a casa con un compañero para acabar un trabajo que han de entregar al día siguiente; como otras veces. Han acabado el trabajo antes de lo que esperaban, le ha rozado suavemente la mano, ha habido un silencio absoluto durante unos segundos, como si el mundo se hubiera puesto de acuerdo para darse un respiro al mismo tiempo. Al rato se limpia la cara y le fastidia haberse ensuciado el pelo, en el lavabo se quita los pegotes; al salir le pide al chico que se marche. Durante el resto de la tarde ella pasea y hace una pequeña compra. Al volver a casa, llora. Él está a punto de llegar, ella arregla un poco la habitación. Cuando llega se besan, se miran a los ojos y se dicen lo mucho que se han extrañado, antes de acabar, claro, con la coletilla de la pausa y el te quiero. Él se va a la ducha, ella, culpable, se desnuda y entra en la ducha con él, se vuelven a besar. Él, culpable, le da la vuelta, la coge de la cintura con fuerza y embiste sufriendo. Cenan, se lo repiten para no olvidarse, hacen tiempo. Se besan y se van a acostar juntos.

Xavier
perfecto, es un adjetivo

3 Comments:

  1. iSaac said...
    pero Toy, tu has estado casado alguna vez?
    Anónimo said...
    PLAS, PLAS, PLAS!

    Tal vez si repetimos una mentira varias veces se convierta en realidad.

    Los silencios, la falta de sentimientos sólo pueden ser llenados con palabras.
    Little Snail said...
    Y cuando hablan?

    Un te quiero puede esconder tantas cosas como las que en otro momento puede querer decir. Puede significarlo todo o esconder mucho.

    Te quiero no se dice, se demuestra...vamos, yo lo prefiero.

    Saludos por primera vez y felicidades por lo que escribes.

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